domingo, 20 de mayo de 2012

La llamada de lo salvaje

"Hay un momento de éxtasis que marca la culminación de una existencia y más allá de la cual ésta ya no puede elevarse. Y la paradoja existencial consiste en que, pese a sobrevenirle cuando más vivo está el sujeto, le llega cuando ha olvidado por completo que lo está.
Este éxtasis, esta inconsistencia de estar vivo, le ocurre al artista, absorbido y enajenado por una intensa pasión; al soldado que, poseído de bélico ardor en un campamento sitiado, se niega a rendirse; y le sobrevino a Buck mientras iba al frente de la jauría emitiendo el inmemorial aullido del lobo, esforzándose al límite de sus fuerzas por atrapar aquel alimento que estaba vivo y huía a toda velocidad iluminado por la luna.
Estaba sondeando las profundidades de su naturaleza y de aquellos elementos que surgían de honduras más profundas en su  ser, que se remontaban a las entrañas del tiempo.
Prevalecía en él la pura irrupción de la vida, la marea de existir, el perfecto goce de cada músculo, de cada articulación y de cada uno de sus tendones, por el hecho de que todo esto era la otra cada de la muerte, delirio y desenfreno expresado en movimiento, en la carrera exultante bajo las estrellas y sobre aquella superficie de materia inerte."

Jack London, "La llamada de lo salvaje"

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