sábado, 15 de mayo de 2010
El castigo del tiempo
martes, 11 de mayo de 2010
CORAZON VS RAZON
lunes, 10 de mayo de 2010
Génesis

El mundo nunca es suficiente. En este blog no vamos a hablar de vulgaridades y de monótonos. No vamos a hablar del tiempo, de la hora que es, de lo guapos que somos. No vamos a tocar las cosas, vamos a sentirlas. No vamos a ver gente, vamos a ver almas. Al margen de todo queda el despertador, el trabajo, las rebajas, los domingos, los holas y hastaluegos, el programa de las nueve y media, las telefilms, subir escaleras, bajar escaleras, limpiar el retrete, ir a comprar el pan.
miércoles, 5 de mayo de 2010
Subconsciente
( ...)
La mirada perdida delataba que su mente estaba funcionando al margen de cualquier estímulo sensorial.
De entre todas las cosas en las que podía emplear sus neuronas cuando tenía un problema, había un ejercicio que repetía con asiduidad. Una vez un amigo le dijo: no hay otros mundos, pero si hay otros ojos. Desde entonces acostumbraba a mirar los problemas con otros ojos. Unas veces los miraba con los de su padre. Otras con los de un antiguo compañero del colegio. Y eso le ayudaba a encontrar soluciones que nunca se le hubiesen ocurrido. En alguna ocasión le sucedió que después de verlo con otra perspectiva, el problema, dejó de ser tal.
Ni el ajetreo propio de una cafetería a las 11 de la mañana, ni el ruido de las obras, fueron suficientes para despertarlo de su ensoñación, pero bastó que ella susurrase su nombre para que volviese a la realidad:
-No esperaba que llegases tan pronto.
martes, 4 de mayo de 2010
Peleándome con mi cabeza, no me gana nadie.
Y un día se quedó sentado. Había cerrado los ojos y abierto la mente. El control era casi total, teniendo en cuenta lo difícil que resultaba dominar a la bestia en aquellos casos. Aún se miraban a los ojos de forma penetrante. Quizás fuera lo único que aprendieron durante todos estos años: bajar la mirada era signo de derrota. No había contacto físico alguno, pero los lazos que les unían eran perfectamente irrompibles.
(...)
Por un instante, se le dilataron las pupilas y el vello de su cuerpo fue testigo de una sutil sacudida. Se le escapó una sonrisa, que cayó directamente a sus pies y atravesó el suelo. Del resquicio apareció un rayo de luz níveo.
(...)
Sólo tenía dos opciones: huir o que nunca se hubiera llegado a producir esta situación.
(...)
Él le contestó con una sonrisa confortable:
- No llegas tarde. Llegas puntual a la hora de tomar el té.
(...)